«El padre del Mundo Babalú Ayé sanará tus heridas, ten fe. «
Mucho se ha hablado de la buena suerte en la vida de Lorenzo: que si tenía pacto con el más allá, que si era el tipo más dichoso del mundo, que si tenía un ángel de la guarda espectacular, y muchas otras cosas. Lo cierto es que en todo» Pueblo Viejo», no había un hombre más afortunado que Lorenzo, miren:
La finca con mayor producción agrícola, un ganado vacuno maravillosamente abundante, hasta una industria para procesar la cosecha de los frutales. Nada, que, si la prosperidad hubiese tenido un hijo, ese habría sido Lorenzo, y aunque existían varias versiones sobre su buena estrella, para él la respuesta era bien sencilla:
__ «Todo lo que tengo se lo debo a mi Babu.»__
Y vaya que, si adoraba a su Babu, hasta un santuario mandó a construir para todo aquel que quisiera pedirle o rogar al viejo San Lázaro, cumpliendo así una promesa hecha en aquellos años, cuando se apareció en Pueblo Viejo descalzo, con la ropa quemada y la cara llena de hollín.
Por aquel entonces la finca le pertenecía al señor Andrés, un viejo recio y de malas pulgas, muy estricto con sus trabajadores, porque como les decía siempre: __ «Aquí se viene a trabajar, los arrecostáos, que vayan pa’ la iglesia a pedir limosna.»__, y en verdad no había quien le ganara trabajando al viejo Andrés, por eso cuando Lorenzo llegó pidiendo un poco de agua y trabajo, el viejo Andrés lo llevó él mismo al pozo, sacó una cubeta y le dijo:
__ El agua es gratis, el trabajo tiene que ganárselo. __. Y le dio una semana de prueba.
Tiempo suficiente, Lorenzo estaba hecho para el trabajo duro, lo mismo en el campo que cargando sacos en el almacén, hasta era bueno para pastorear el ganado. Terminada la semana, el viejo Andrés le puso la mano en el hombro y nada más.
__ Vamos al pueblo pa’ celebrar. __, dijeron sus compañeros, pero él no aceptó la invitación, ni en esa ocasión, ni nunca, prefería quedarse solo en el albergue.
En una ocasión, el viejo Andrés se apareció con una botella de ron y dos vasos.
__ Eres hombre de pocas palabras, y eso me gusta muchacho. __
Se bebieron todo el ron, pero el viejo finquero no consiguió una sola estrofa, la historia de Lorenzo seguía siendo un misterio.
Pasado el primer año, ya el joven estaba entre los preferidos del señor Andrés, hasta pensaba nombrarlo capataz en las nuevas tierras adquiridas en el pueblo vecino. Pero eso sería después:
__ Primero a celebrar la graduación de mi bebé. __
Sí, el viejo Andrés tenía una hija que acababa de graduarse en la universidad y regresaba para ocuparse de la finca.
__ Esa nació guajira como su padre. __
Y era verdad, no más llegó, ordenó le ensillaran un caballo para recorrer la propiedad.
__ Lorenzo te va a acompañar. __
Dijo el viejo y los vio partir. Desde ese momento las cabalgatas se hicieron frecuentes, naciendo un algo que poco a poco fue transformándose en amor. Ambos atendían las labores de la finca, dejando al viejo Andrés en casa cada vez más enfermo. Una noche llamó a Lorenzo.
__ Te doy mi bendición, a mi hija y mis propiedades con una sola condición. __
La condición era conocer su historia de vida. Lorenzo salió y regresó enseguida trayendo una pequeña estatua de arcilla con la imagen del Santo patrón.
__ San Lázaro, Babalú Ayé, o como me gusta decirle en confianza:” Babu». ¿Quiere saber mi historia?, aquí le va. __. Y Lorenzo empezó a contar. Era una historia igual a la de muchos:
Había una vez un hombre pobre de campo, este hombre consiguió unas tierras arrendadas, la tierra era virgen, llena de marabú. Con esfuerzo y voluntad limpió todo el terreno y, a sembrar. No estaba solo, lo acompañaba una mujer con el vientre cargado.
__ «Protégenos mi Babu milagroso.»__, decía ella rogando cada noche a su imagen de arcilla, y aunque él no entendía de esas cosas, era feliz porque ella lo estaba.
Lorenzo, que era ese hombre pobre de campo, no podía pedirle más a la vida, la cosecha florecía y la panza de su amada también. Pero la felicidad se tornó gris cuando llegaron aquellos hombres de traje y portafolio.
__ Tienen que irse. __, Los papeles decían que la tierra había sido comprada y nada podía hacer, solamente una cosa.
__ ¡Van a tener que matarme! __
Gritó apoyado por el filo del machete. Nadie pudo sacarlo. Desde ese momento, día y noche, vivía atento al regreso de aquellos emisarios, solo que, al que velan, no escapa. Una noche sintió ruidos y salió preparado para la pelea. El portón del establo estaba abierto y los pocos animales que tenía habían escapado. No podía perderlos, pues eran su única fortuna.
__ Quédate en casa y no le abras a nadie. __. Le dijo a la mujer y salió en busca del rebaño.
La luna ayudaba alumbrando el lugar. Poco a poco fue recuperando las crías, se sentía contento, cuando una intensa luz borró de un tirón la alegría. El peor presentimiento pasó por su mente, echó a correr rogando no fuera real, pero sí lo era. Las llamas tragándose toda la casa, devorando cuanta cosa o ser estuviese dentro.
Lorenzo no se cruzó de brazos, dos cubos de agua en el cuerpo y un saco de yute para empezar a fajarse con el fuego.
__ De más está decirle que perdí la pelea, el fuego se llevó a mi mujer y mi hijo, de un tirón me quedé sin nada, solamente pude recuperar esa pequeña estatua de Babu, y a él le pedí. __
La petición de Lorenzo era sencilla, encontrar al culpable y hacerle pagar de igual forma.
__ Y así llegué aquí: descalzo, con la ropa quemada, la cara tiznada y esa pequeña imagen. __
El resto caía por su propio peso, conseguir la confianza del poderoso hacendado para luego quitárselo todo, solo que Lorenzo no contaba con un detalle:
__ Su hija… igual que usted hizo con el mío, iba a dejarlo sin hija y quemar toda la hacienda, pero… su hija. __
En verdad la amaba, entonces sin saber qué hacer, le rogó nuevamente a su Babu por un milagro.
__ Y el milagro ocurrió. Su hija y yo nos amamos, en unos meses me dará un hijo, su nieto, que no verá porque para ese entonces usted estará muerto, y todo esto… todo esto… ya sabe a quién va a pertenecer todo esto. __
Desde ese día el viejo Andrés no pudo hablar más, dos semanas después fallecía lleno de llagas en todo el cuerpo, como si se hubiese podrido. Lorenzo agradeció a su Babu que no lo dejó matar, en cambio, le entregó el regalo de una vida por nacer.
Desde el entierro las cosas en la finca mantuvieron su curso: primero la boda, después el nacimiento del primogénito, y luego la construcción del santuario. Y aunque muchos pobladores asistían para prestarle respeto y devoción al santo milagroso, cuando intentaban agradecerle a Lorenzo, este se negaba diciendo:
__ Agradezcan a él, yo solo sirvo a sus órdenes. __
Hasta el presente, la felicidad ha reinado en la finca más rica de Pueblo Viejo, los descendientes de Lorenzo mantienen el santuario abierto al público, y sobre la tumba del guajiro reposa la imagen gastada y vieja del santo al que llamaba Babu, quien vela su descanso con la marca divina de un milagro de vida por sobre la muerte.
«Babalú Ayé: el milagroso te concederá cualquier petición, siempre que sea de bien.»
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