Son los cuentos, ensayos, relatos y crónicas, conocedores y escritores de la historia de la humanidad. La sabiduría es la madre de la evolución.
Y son los patakíes, los que escriben la cultura de la religión yoruba y las enseñanzas de su filosofía.
La religión yoruba y la cultura afrocubana en general, utiliza historias breves, para representar diferentes situaciones, llamados Patakí o patakíes. Son narraciones orales de la fe de Lucumí y sus historias religiosas.
Se conocen también como fábulas cortas que han pasado de generación en generación y que ayudan a ilustrar a los nuevos seguidores y a los miembros de la religión yoruba.
También brindan consejos sobre cómo llevar la vida con actitudes positivas.
Las historias usualmente se establecen en un tiempo antiguo cuando los Orishas todavía estaban en forma humana.
Historias y relatos de los comienzos
Los patakíes también constituyen muchas veces, historias que explican cómo surgió el mundo natural.
Y se dice que solo es posible saber el sentido social de los patakíes, mediante su agrupación y considerados en su relación mutua, para generalizar símbolos y elementos que pudieran resultar confusos.
El patakí puede narrar la historia de una comunidad con sus constantes cambios y su orden interno en constante evolución, en una estructura de relaciones económicas, políticas, sociales y espirituales.
Pataki: historia de una identidad
Los patakíes reúnen toda la sabiduría de la religión yoruba en breves cuentos.
Algunos de los más reconocidos son El Cangrejo, La nariz, Kolé, Olofin y los viejos, Las garzas mentirosas, El mono de 9 colas y Palo, soga y Carnero.
El punto en común de todas estas historias de la mitología popular, es su eficacia social para todos los tiempos, vista en las enseñanzas sobre el buen obrar.
Para los santeros y religiosos, los patakíes pueden incluso hacer entender a las personas la letra o adivinación que les salió y lo que deben hacer a partir del mismo.
¿Qué es un Pataki? Son nuestras raíces, una enseñanza, la herencia que nuestros ancestros nos regalaron como un sagrado tesoro para que mantuviéramos viva la historia de nuestra religión.